Milonga Sureña | El amante perpetuo

Camaleónica, Sureña, tiene la cualidad de salirse de su máscara milonguera y meterse en la piel de cualquiera. Sus "dedicados" guardan la ternura de una madre aflijida, sus "de la vida" la fuerza de un moribundo que se resiste a partir.

El resto son cuadros y hermosas escenas que esta "granaína" cuelga a ritmo de deliciosas melodías y fotografías en la calidez de su blog.





Sonidos de Fondo...





"Van a partirle el corazón.

Y arrastra una cadena oscura de pasiones heladas,

ese frio que cabe solamente

detrás de una palabra…"

CANCION AMARGA, Luis García Montero

601388



Aún recuerdo la primera vez que la vi: lucía un vestido de encaje rojo que acunaba su piel y unos tacones interminables, pero descendía por aquel camino empedrado con la ligereza de una pluma en el viento. Su sonrisa me cautivó desde el primer instante y me juré a mí mismo que estaríamos juntos por toda la eternidad.

Pasé dos meses fabricando miradas y palabras, citándome a oscuras con mi suerte para rogarle que me concediera una oportunidad; ese momento llegó el día en el que Estela me aceptó para siempre.

Tras nuestro matrimonio, ocupé el puesto de honor entre los hombres más afortunados de la tierra, la sola presencia de mi esposa me ayudaba a respirar.

El día en el que mi anhelo hacia ella se hizo aún mayor, amaneció lloviendo, y pensé que mis subordinados se bastarían solos para desempeñar sus labores, así que corrí veloz hacia casa, ávido por paliar la tormenta en brazos de Estela.

Al llegar a nuestro dormitorio la vi, allí estaba mi amada, sobre el lecho, con una sonrisa plácida en el rostro, aún más bella que de costumbre… y abrazada a ese desgraciado de Fermín.

Sentí deseos de correr hacia ellos, abofetear a mi mayordomo y hacer mía a Estela allí mismo, delante de su amante; demostrarle quién era su esposo y que nadie la amaría jamás como yo, pero el dolor no me permitía dar un solo paso; fueron mis lamentos de rabia y mis porqués ahogados los que despertaron a ese par de infieles.

«No te amo» «Siempre he querido a Fermín» «Sólo quería tu fortuna». Mi desnaturalizada esposa me hablaba sin remordimiento alguno, y yo, que sentía que me habían partido por la mitad, era incapaz de articular una sola palabra en su contra; se me había helado la sangre en mis venas.

Sólo fui capaz de ahuyentar mi dolor cuando la vi acercarse a mí levitando, con una sonrisa pérfida en el rostro, pero tan luminosa como la primera que me regaló. Me besó tan apasionadamente, que por un momento olvidé lo que acababa de presenciar y me dejé caer en sus labios. Después, el dolor. El aguijón de la muerte había entrado en mi corazón en forma de cuchillo, el que ella sostenía en su mano derecha.

Sin hacer ruido, dejé que mi cuerpo muriese ante los ojos de Estela y mi mayordomo, que, abrazados y complacidos, me vieron marchar…

Ha sido un año de manos frías en el rostro y portazos injustificados, ráfagas de viento gélido y objetos con vida propia, palabras de amor al oído de Estela cuando la feliz pareja se disponía a entregarse a la lujuria desatada…; me lo he pasado bien en mi nueva vida, aunque quizá no pueda decirse lo mismo de ellos; esta mañana, Fermín ha abandonado despavorido mi casa al encontrar a Estela colgada del palomar, desesperada supongo, por tener que conformarse sólo con mi ente translúcido.

No te angusties, mi amada.

Al fin podremos descansar juntos, por toda la eternidad…

1 comentarios:

bondearte dijo...
22 de marzo de 2009, 12:37  

Há na momentos que se descobre o quanto somente nós somos responsaveis pela nossa felicidade.
Soneto da separação

De repente do riso fez-se o pranto
Silencioso e branco como a bruma
E das bocas unidas fez-se a espuma
E das mãos espalmadas fez-se o espanto.
De repente da calma fez-se o vento
Que dos olhos desfez a última chama
E da paixão fez-se o pressentimento
E do momento imóvel fez-se o drama.

De repente, não mais que de repente
Fez-se de triste o que se fez amante
E de sozinho o que se fez contente.

Fez-se do amigo próximo o distante
Fez-se da vida uma aventura errante
De repente, não mais que de repente.

Vinícius de Moraes

Paulo

Publicar un comentario