Scriptoria | La herida

En este escritorio se debe revolver con calma.
En las libretas y moleskines de AdR encontraremos los sueños y cuentos de este gaditano. Y sus juegos, una se puede sorprender con las nuevas versiones -más modernas y adecuadas para nuestro tiempo- de los tiernos y edulcorados cuentos de nuestra infancia, esa sea quizá la parte más canalla de este escritor -puesta a prueba con "In Anima Vili"-.

La parte más atrayente de este escritorio se centra en sus cuentos, cargados de un aura dulce, nostálgica y cálida, tanto que le roban sueños a la cotidiana realidad.

Podemos descubrirle también bajo la piel de El Hombre Sin Tildes, o entre las páginas de su futura novela -En Ángulo Muerto-



"
Hubo un tiempo en un país incierto donde todos los niños nacían perfectos. Todos iguales, sin distinción física alguna. Los mismos ojos, las mismas manos, los mismos cuerpos.

Pero un día nació una niña con una pequeña herida sobre el ombligo. Era una herida diminuta, casi imperceptible, incurable. Una herida que nunca cicatrizaba. Pasaron los años y los demás niños la daban de lado en sus juegos. Así que la pequeña se quedaba en una esquina, sola, viendo pasar el tiempo.

Y por la herida se le escapaban las ganas de seguir creciendo en los años venideros.

Así transcurrieron muchos años y los niños perfectos se hicieron adolescentes enteros, y comenzaron a darse los primeros besos de enamorados, las caricias, los abrazos. Y eran cosas que la niña jamás tendría.

Hasta que un día llegó un chico al pueblo. Se paró ante la pequeña y le preguntó:
- ¿Qué te pasa?
- Soy diferente. Sin ser soy mujer, siendo niña a la vez - dijo ella.
Y le mostró la herida de su vientre.
- Yo también soy distinto a los demás - dijo él.

fuente foto: google

Y la pequeña alzó la vista y vio que el chico tenía una herida igual a la suya que le rompía en dos el labio inferior. Se puso de puntillas y en ese labio depositó un beso, uno solo que guardaba como la niña inocente que aún era. Y la herida del chico se cerró y la cicatriz se evaporó.

Entonces el joven pudo recuperar todos los besos de adolescente que nunca dio y otras cosas que la niña jamás le preguntó. Luego el chico se puso de rodillas, se inclinó ante el vientre de ella y besó la herida. Y la herida se cerró, y la cicatriz se evaporó.

Y la niña se hizo mujer.
Se miraron, se dieron la mano y desaparecieron lentos, calle abajo, y nunca más les volví a ver."

3 comentarios:

Susana dijo...
8 de abril de 2009, 22:49  

Jolín, mira que es difícil dejarme sin palabras, y sin embargo no sé qué decir después de leer esto.... Ojala pudiera hacerlo, pero me siento incapaz de tanto que me ha gustado.
Abrazos pretos.

AdR dijo...
12 de abril de 2009, 18:50  

Susana, bienvenida a este rinconcito :)

La mayoría de las veces el silencio es el mejor de los halagos.

Así que gracias :)

Besos.

Rebeca Gonzalo dijo...
25 de abril de 2010, 17:03  

Precioso. Como dicen por ahí... me quedo sin palabras. Os leo.

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