Le dio un último sorbo a su copa, pagó el martini y guardó el libro en su bolso. Cuando se disponía a abandonar el Venezia un hombre desaliñado se interpuso en su camino.
- Eres tú ¿verdad? La chica de la librería.
Ella le miró en silencio. Aquel hombre era el autor de la novela que estaba leyendo y que había releído decenas de veces porque... tan identificada se sentía con la historia que contaba que a veces era imposible distinguir lo que ocurría en su vida de lo que pasaba en esas páginas. Aquel era el autor de esa historia y el mismo hombre con el que se cruzó años atrás en la vieja librería donde había trabajado.
- He venido en cuanto me he dado cuenta. La fecha, este lugar... Estaba leyendo tu libro y... bueno, hoy es 23 de Abril, de nuevo.
- ¿Mi libro? – preguntó desconcertada.Él le mostró su Llave de Abril, ella cogió el ejemplar entre sus manos, perpleja. El libro era idéntico al que ella había guardado en su bolso, salvo por la sinopsis, quizás por lo que contaba, y por la fotografía de la contraportada: una imagen suya, de brazos cruzados, con el pelo largo y sonriendo, junto a una estantería repleta de libros.
- Tengo algo que mostrarte – dijo ella abriendo su bolso.
Sacó su Llave de Abril y se la tendió al hombre. Y éste, nada más examinarlo, contempló en ese libro la tan ansiada novela que siempre había querido escribir; la que se había esfumado de su cabeza, años atrás.
- Creo que estos libros son las Llaves de nuestros sueños, los que nunca pudimos escribir; las Llaves que abren la puerta para que nuestras historias formen un solo lazo.
- Sólo hay una forma de averiguarlo. Tenemos que volver a la librería – dijo ella mientras le arrastraba a la salida del club.
*Gracias a Carlos, que me regaló esta ilustración hace tiempo y... ha llegado la hora de usarla :)
4 comentarios:
Aquí me tenéis, ansioso por el desenlace.
Saludos,
La imagen sí que es apropiada... y como he visto que ya me está aguardando la cuarta parte, allá voy.
Un beso.
siempre me habría gustado eso de tener en la mano las llaves de mis sueños...
saludos.
No puedo esperar a llegar a la librería... no habré dejado por ahí mi propia llave?
Muy bueno, Angel.
Un beso.
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